jueves, 14 de abril de 2011

David Eloy Rodríguez

Seguimos, a contrarreloj, con la serie sobre las personas que nos visitan la próxima semana como participantes en la Semana Cultural. Llega el turno de David Eloy Rodríguez, escritor, poeta, editor, y tantas cosas.

Nacido en Cáceres en 1976. Vive en Sevilla. Es autor de los libros de poemas Chrauf (Universidad de Sevilla, 1996), Miedo de ser escarcha (Qüasyeditorial, premio internacional Surcos, 2000), Asombros (Imagofórum, con imágenes del artista Miki Leal, 2006), Los huidos (Ediciones del 4 de Agosto, 2008) y Para nombrar una ciudad (Editorial Renacimiento, premio internacional Francisco Villaespesa, 2010). También del libro de relatos Este loco mundo (17 cuentos) (2010), cuya autoría comparte con Miguel Ángel García Argüez y José María Gómez Valero, álbum ilustrado por Amelia Celaya.


Sus poemas han sido recogidos en recopilaciones y antologías, cantados por cantautores y publicados en diversos idiomas. Su obra poética y narrativa ha obtenido diversos premios literarios y textos suyos han aparecido también en revistas literarias, artísticas y de pensamiento. Escribe letras de canciones y guiones de cómic y audiovisuales en proyectos compartidos con distintos creadores y participa en exposiciones y otras iniciativas de arte contemporáneo.

Interviene desde 1996 en diversos proyectos escénicos que relacionan poesía, acción y música, y ha sido invitado a recitar su obra en multitud de auditorios y festivales artísticos, poéticos, teatrales y musicales, nacionales e internacionales. Sus trabajos actuales en este ámbito se llaman “Todo se entiende sólo a medias” (http://www.soloamedias.net/) y “Su mal espanta” (sumalespanta.blogspot.com).

Imparte talleres de creación literaria especializados, campo pedagógico en el que trabaja e investiga desde 1997.

Es licenciado en Comunicación Audiovisual y uno de los responsables de la editorial Libros de la Herida (http://www.librosdelaherida.blogspot.com/).


Y, claro, poemas suyos, de los que ya conocemos algunos por haberlos trabajado en el taller.



MARAT – SADE, 1998


El problema ahora
es que hay muchos vigilantes
y pocos locos.
El problema ahora
es que la jaula está
en el interior del pájaro.

(De Miedo de ser escarcha)


LÍNEAS DE FUGA

Huir lejos del odio y sus madrigueras
encendidos de pasión y búsquedas.
Huir por desesperaciones y refugios
con un equipaje de amor y desasosiego.

Huir hacia una hora sin puntos cardinales,
como equilibristas por el fino cordel de la cordura
o como mendigos que persiguen
un merecido corazón sobre la tierra.

Huir guiados por brújulas rotas.
Huir confiando en la fuga.
Huir para encontrarnos.

(De Los Huidos)


HOSPITALIDAD

La risa huele a raíz y a cielo despejado,
sabe todo lo que saben las luciérnagas.
La risa hace volar las cometas graves
del sueño en voz alta, desmandadas.
La risa es una comarca sin gobierno,
un barco cuya tripulación es el olvido.
Hay lugares sin daño. Allí
somos grumetes de barcos de papel
que construimos en la infancia.
Allí se verifica que el mundo
tiene dimensiones de verano,
el mismo tacto que la música.
En una casa enorme con todas
las puertas abiertas hubo
una pausa, una paz, un acuerdo,
un manojo de alegrías juntas.
Fuimos todos entonces madera
del mismo árbol que nadie,
nunca, conseguiría talar.

(de Asombros)


SOMOS ETERNOS EN CADA DECISIÓN

I
Es la tierra, son los lobos, es la luna.
Tus pies en este barro.
Tus pies. Este barro.

II
Ya casi no pisamos tierra, pisamos
nombres, cifras, y eso no es caminar.
¡Tan lejos de tanto que está tan cerca!
Cada día acontece
la expulsión del paraíso.

III
Hay que confirmar el mundo en todos sus extremos,
acariciar cada cosa
para comprobar que está en su sitio.
Destituidos del verbo libertad,
despojados de vivencia,
somos seres sin hogar posible,
perros famélicos que escarban, desesperados,
en una sepultura.

(de Asombros)


INTERLUDIO

A veces sucede. Algo quiebra el mecanismo
cotidiano de la desolación y sucede.
Se despista la terca ley de la distancia
y dos cualesquiera se encuentran,
sin saber cómo, sin casi pretenderlo.
Conversan, se ríen, se sorprenden
de no desconfiar en absoluto,
se entregan a lo que van inventando
como si estuvieran protagonizando el Génesis.
«Todo es muy extraño», piensan para adentro
en los raros momentos en que se les aparta la alegría
porque vuelve a asaltarles la costumbre.
Pero el milagro sigue.
No detienen el juego por ahora.
Pasean, deletrean el alfabeto de su inocencia,
balbucean sus nombres nuevos, sus sueños viejos,
cantan estribillos de canciones tontas
y les parece extraordinariamente divertido,
se olvidan de comer, hablan sin parar de la hermosura,
se conmueven en cada uno de los silencios.
Suele haber en estos casos una ciudad
que va dando pasos lentos hacia la noche y luego
pasos un poco más rápidos hacia el alba.
El alba, mientras tanto, aguarda tranquila,
en su sitio, con su guadaña.

(de Para nombrar una ciudad)


BRINDIS

La vida pasa derrumbando edificios. Deja palomas muertas, palabras rotas, sangre seca, direcciones ilegibles, llaves oxidadas, silencios.

Pero que eso hoy no nos importe, que no nos impida enumerar las razones que tenemos para vivir.

Brindemos pues por esta bendita lumbre: la vida, esta casa en los acantilados de la que somos huéspedes, este vals con el sepulturero.

Brindemos, aunque sea invierno, porque hay primaveras.

Brindemos por los presos, por los heridos, por los enfermos.

Brindemos porque logramos ir al asombro como al aire, porque hemos averiguado el sabor del agua en lo oscuro y cómo muerden los dientes verdaderos, porque hay puentes y océanos y misterios y multitudes y siembras y planetas.

Brindemos por los viajeros que en un segundo se cuentan todo con los ojos.

Brindemos porque es posible convertir la vida en palabras, las palabras en vida.

Brindemos por la transformación.

Brindemos porque podemos hacer, hacer, hacer.

Brindemos por los momentos que justifican la existencia, por lo que permanece, por las marcas indelebles como cicatrices al sol.

Brindemos por las resistencias, por los motines, por los fugitivos.

Brindemos por los que llegan a tiempo al amor y por los que no.

Brindemos por los que no saben, o no pueden, o no quieren brindar.

Brindemos por el recuerdo de los buenos, y por el viento que dispersa las cenizas.

Brindemos con una copa unánime por saber siempre ofrecer, como hoy, un ramo de flores a los vivos.


------------
¡Toma ya!
Sobre David Eloy Rodríguez podemos encontrar multitud de referencias en internet. Aquí os dejo algunos enlaces útiles: 1, 2, 3 y 4.



No hay comentarios:

Publicar un comentario